Carta de Alepo Nº42 escrita por el Dr. Nabil Antaki
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No había visto el mundo una efusión de solidaridad tan grande como la mostrada hacia el pueblo ucraniano. Los Estados, especialmente en Occidente, las asociaciones internacionales, las agencias de la ONU, las ONG y los particulares han actuado con rapidez y extrema generosidad para aliviar el sufrimiento de los refugiados, los desplazados y los heridos. Les animaron los corresponsales de los medios de comunicación sobre el terreno que, desde los primeros días del conflicto, informaban de que se estaban encontrando con “gente como nosotros, que viste como nosotros, que vive en pueblos que se parecen a los nuestros…”. Como si mitigar el sufrimiento dependiera de tales criterios…
Sin entrar en una polémica política, podríamos decir que esta guerra hubiera podido evitarse. De la misma manera, podría haberse evitado la guerra de Afganistán, que terminó con una miserable retirada de las tropas estadounidenses tras causar cientos de miles de muertos y costar miles de miles de millones de dólares. “¡Tanto para nada!”, escribió un columnista.
También se podría haber evitado el conflicto que se originó en Siria hace más de once años y que aún continúa. La guerra y las sanciones han arruinado el país y empobrecido a la población. Ese fue sin duda el verdadero motivo de que se iniciara la guerra aquí. Ha causado la muerte de 500.000 personas y el sufrimiento de cientos de miles de heridos y amputados. Ha hecho que 5 millones de personas hayan huido a los países vecinos, que un millón haya emigrado a Occidente, y que ocho millones hayan abandonado sus hogares.
Tres guerras que hubieran podido y debido ser evitadas. Detrás de las falsas excusas y de los pretextos falaces para desencadenar estas guerras, hay razones geopolíticas inconfesables e inaceptables, un maquiavelismo condenable y un cinismo vergonzoso.
Sin guerra, pero sin paz
Hace varios años que casi no hay combates en Siria, pero este escenario de “sin guerra, pero sin paz”, es insostenible. La guerra ha destruido, pero la ausencia de paz impide la reconstrucción y la reconciliación; y como alguien dijo: “los conflictos que se quedan congelados son a menudo conflictos irresolubles, que terminan inexorablemente por recalentarse”.
La situación económica en Siria es catastrófica. El 82% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza; el 60% sufre insuficiencia alimentaria; la tasa de desempleo es impresionante; la inflación es galopante; la mayoría de las familias no pueden llegar a fin de mes; la moneda siria ha devaluado en un 90%; los precios suben a diario. La escasez agrava la pobreza: escasez y, por tanto, racionamiento de pan, gasolina, electricidad y muchos productos de primera necesidad.
La misión de los Maristas Azules es indispensable
Al empeorar el sufrimiento de nuestros conciudadanos, nuestra misión, los maristas azules, es aún más indispensable. Contamos con el apoyo de muchas asociaciones internacionales y de muchos amigos. Les estamos agradecidos. Gracias a su apoyo moral y financiero, podemos mantener todos nuestros proyectos de ayuda y emergencia, y todos nuestros programas educativos y de desarrollo.
Todavía hay muchas familias desplazadas en la propia Alepo. Seguimos distribuyendo mensualmente 832 cestas de alimentos a las familias más vulnerables y pagando el alquiler de 200 familias que aún no pueden regresar a sus casas.
Ciento cincuenta personas se benefician cada mes de nuestro programa médico para pagar operaciones quirúrgicas, recetas para enfermedades crónicas o pruebas médicas muy costosas.
Nuestro proyecto “Gota de Leche” sigue proporcionando cada mes a 3.000 niños y bebés la leche que necesitan para crecer. Nuestro proyecto “Pan Compartido” proporciona una comida caliente diaria a 230 personas mayores de 80 años que viven solas y no tienen a nadie que las mantenga.
Emigración
Queremos que los jóvenes se queden en Siria y no emigren. El país y la sociedad los necesitan. Nos entristece saber que miles de médicos sirios han emigrado a Alemania y Francia. Ayer recibí un mensaje de un amigo y colega, gastroenterólogo y endoscopista, que me informó de que había emigrado a Francia hace unos meses. Sin embargo, aquí tenía buena reputación, era muy competente y no le faltaba trabajo. Ante mi asombro y mis preguntas, me respondió que había pensado en el futuro de sus hijos.
En efecto, a causa de la guerra, Siria ha perdido a su élite, a todos esos universitarios, ingenieros, informáticos y médicos, que estudiaron y se formaron gratuitamente en las universidades sirias, y que podrían haber participado en la reconstrucción del país, pero que ahora están instalados en los Estados del Golfo o en Europa; países que se benefician gratuitamente de esa mano de obra cualificada formada aquí, y que, sin embargo, se quejan hipócritamente de esa inmigración, aunque sea esencial para su economía o su bienestar.
Este verano, un gran número de sirios que habían abandonado el país para establecerse en otros lugares volvieron a Siria para pasar sus “vacaciones”. Venían a inspeccionar sus casas que habían abandonado a toda prisa, a poner orden en sus asuntos y a realizar trámites administrativos. Por desgracia, volvieron a marcharse; como dice la canción infantil: “dan tres vueltecitas y luego se van”. Desgraciadamente, son pocos los que regresan de forma permanente.
Para que nuestros jóvenes se queden, necesitan tener un trabajo. Por eso, tres de nuestros programas están diseñados para lograr este objetivo. Nuestro Centro Marista de Formación (MIT) forma a los adultos y les permite adquirir competencias en diferentes ámbitos.
El programa de microproyectos los financia, siempre que sean viables y sostenibles. En 6 años, hemos financiado más de 200. Lamentablemente, a pesar de la formación ofrecida a los candidatos y del acompañamiento y seguimiento por parte de los maristas azules que los asesoran, el éxito de estos microproyectos no es tan evidente. La crisis económica, la inflación y el elevado coste de los alquileres y los productos, hacen que fracasen algunos que inicialmente eran prometedores.
Por otro lado, ha habido muchos éxitos; pienso en T.J. que ha abierto un taller de mecánica de automóviles, en A.B. que fabrica escaleras de mano y de tijera, en S.A. y A.C. que han montado una peluquería para hombres. El Papa Francisco, en su intención de oración para el mes de agosto, a la vez que elogiaba la valentía, la creatividad y el esfuerzo de los pequeños empresarios, pedía rezar por ellos para que “encuentren los medios para continuar su actividad, al servicio de las comunidades donde viven”.
Otros programas de los Maristas Azules
En cuanto al programa de Formación Profesional, permite a nuestros jóvenes trabajar como aprendices al lado de profesionales para aprender un oficio. Veinte ya han completado su formación y otros veinte están en proceso de aprendizaje. El joven R.E. aprendió en un año (cuando su aprendizaje debía durar 18 meses) a reparar y mantener teléfonos móviles; su jefe nos dijo que no tenía nada más que enseñarle y que ahora puede ser su propio jefe y volar con sus propias alas.
Heartmade, hecho a mano, continúa y desarrolla su actividad y multiplica sus productos para autofinanciarse. Dieciséis mujeres trabajan allí, creando ropa de mujer con retales de tela.
Desde el principio de nuestra misión, creamos un proyecto cuando sentimos que hay una necesidad; y cerramos proyectos cuando ya no tienen razón de ser. Por eso acabamos de suspender el proyecto “Aprender a crecer”. Por otro lado, “Quiero aprender” continúa su misión de educación e instrucción de 120 niños de 3 a 6 años. Al final del curso escolar, los campamentos de verano tomaron el relevo para realizar actividades de ocio que sembraran un poco de alegría en los corazones de estos niños de familias desplazadas. Nuestro programa de apoyo psicosocial “Semillas” sigue haciendo maravillas con los 450 niños a su cargo. En cuanto a los proyectos “Desarrollo de la mujer”, “Corte y Confección” y “Esperanza”, están llevando a cabo sesiones de tres meses, una tras otra, para satisfacer todas las necesidades y peticiones.
Esperanza de paz
Después de once años de sufrimientos, dramas, migraciones y privaciones, nos resulta difícil vivir y difundir nuestro lema marista: “Sembrando esperanza”. Sin embargo, sigue siendo muy necesario; la gente que nos rodea lo necesita. Todavía no vemos el final del túnel. Las grandes potencias tienen otras cosas de las que preocuparse y el tema sirio ya no es una prioridad para ellas.
Siria se ha convertido en “un país olvidado”. En cuanto a las potencias regionales, utilizan el conflicto sirio para promover sus intereses en la región. Afortunadamente, algunos países árabes y otros han superado el razonamiento maniqueo de que hay buenos en un lado y malos en el otro, y han restablecido sus relaciones con Siria. Esperemos que los países occidentales hagan lo mismo para que se inicie un diálogo que sea el preludio de la resolución del conflicto y de la paz.
Alepo, 10 de agosto de 2022
Dr. Nabil Antaki