Del 26 de junio al 2 de julio, Roberto, delegado de SED por Compostela, Daniel y Cristian, técnicos de proyectos de SED, viajaron a El Salvador para conocer de primera mano las acciones que llevamos adelante en el país, estrechar lazos con las organizaciones socias locales y seguir consolidando el trabajo conjunto en favor del desarrollo integral de comunidades en situación de vulnerabilidad. Aquí, el relato de su experiencia:
El viaje comenzó con la llegada al Aeropuerto Internacional San Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, donde San Luis Talpa, departamento de La Paz, a unos 40 km de la capital, San Salvador, nos recibió con lluvia. El país se encuentra actualmente en su estación de invierno, caracterizada por intensas precipitaciones. El clima contrastaba con la calurosa bienvenida que recibimos. Nada más salir del aeropuerto, algo que nos impactó profundamente fue ver la mayoría de vehículos con lunas tintadas, un reflejo del pasado reciente de violencia extrema y control de maras y pandillas, que marcó al país hasta la llegada del presidente Bukele. Aquel detalle simbólico nos recordó la difícil historia de inseguridad que ha vivido esta sociedad.
Durante la mayor parte de la estancia, nos alojamos en la Comunidad de San Alfonso, ubicada en la zona de Mexicanos, al norte de la capital. Allí nos acogieron de manera estupenda las Hermanas y Hermanos que residen en esta comunidad pionera mixta. Tuvimos la oportunidad de conocer en profundidad el trabajo educativo que se realiza por las mañanas con los alumnos del Centro Escolar San Alfonso y por las tardes en el Centro Educativo Católico Marista (CECMA), destinado a jóvenes en situación de vulnerabilidad.
Al día siguiente, fuimos acompañados por Julio, representante de CORDES —una de nuestras organizaciones socias históricas en el país—, para visitar el proyecto financiado por la Junta de Castilla y León en el departamento de La Libertad Costa en la comunidad de “Siberia”. En esta región, caracterizada por un clima muy cálido y terrenos agrestes, pudimos observar cómo se están implementando granjas y huertos familiares, impulsando el derecho a la alimentación de las familias beneficiarias. Fue especialmente emotivo constatar el compromiso, la gratitud y la implicación de estas comunidades, que valoran el acompañamiento técnico recibido y el respeto con el que se les trata.
La siguiente jornada se centró en el distrito de Talnique, ubicado dentro del Departamento de La Libertad Oeste. Allí nos reunimos con el Hermano Goyo, representantes de la Municipalidad de Talnique y de las Asociaciones de Desarrollo Comunal. Estas organizaciones vecinales desempeñan un papel fundamental en el desarrollo local, trabajando codo a codo con las alcaldías y autoridades. Allí se evidenció una necesidad urgente: un sistema de agua potable digno. El actual es rudimentario, con problemas de acceso y calidad, por lo que se valoró la posibilidad de promover un nuevo proyecto en la zona.
Posteriormente nos dirigimos a la zona de Soyapango, en el área metropolitana de San Salvador, históricamente considerada “zona roja” debido al fuerte control ejercido por las maras. Pasamos por lugares como La Campanera y La Argentina, que fueron epicentro del conflicto social. En esta última, visitamos el centro gestionado por las Hermanas Terciarias —en colaboración con la ONG local Luis Amigó—, que ofrece un espacio seguro de juego y aprendizaje para niños y niñas que viven en contextos marcados por la violencia. Muchos de ellos son familiares de personas encarceladas por su vinculación con pandillas, y se encuentran en situación de desamparo. Este proyecto, apoyado también por la Fundación Marista (FUNDAMAR), plantea la necesidad de ampliar los espacios de ludoteca y refuerzo educativo.
Después de una jornada de descanso en la que tuvimos la oportunidad de conocer algunos paisajes espectaculares del país —volcanes, lagos y su gran riqueza natural y cultural—, nos dirigimos a la zona de Suchitoto, al noreste del país. Allí fuimos recibidos por Jorge, del equipo de CORDES en esa región. Conocimos el proyecto financiado por el Ayuntamiento de Oviedo, centrado en el derecho a la alimentación y la soberanía alimentaria en la comunidad de Santa Anita, así como otro proyecto similar impulsado con apoyo del Ayuntamiento de Burgos en las comunidades de El Calvario y El Espinal. En ambos casos, se implementan huertos y granjas familiares que no solo aportan alimentos, sino que fortalecen el liderazgo de las mujeres y su papel dentro de las comunidades.
Las personas beneficiarias nos transmitieron su agradecimiento, y destacaron el valor de sentirse protagonistas del cambio, aprendiendo a cuidar sus cultivos, sus animales (principalmente gallinas) y recibiendo formación sobre nutrición, técnicas agrícolas y sostenibilidad.
La última jornada en Suchitoto incluyó una reunión conjunta entre SED y sus dos organizaciones socias locales en El Salvador: FUNDAMAR y CORDES. En este espacio de diálogo y coordinación, se acordó trabajar en alianza en futuros proyectos para potenciar el impacto de las intervenciones. En concreto, se identificó una oportunidad común en la comunidad de Santa Anita, donde ambas organizaciones ya tienen presencia. Se acordó diseñar un proyecto conjunto en torno al derecho a la alimentación, que también incorpore una dimensión de educación nutricional.
Finalmente, regresamos a San Salvador. En nuestro último día de estancia en este pequeño gran país, conocimos de primera mano los testimonios de cómo ha cambiado la vida en aquellos jóvenes que han recibido apoyo educativo a través de SED y FUNDAMAR. Estos jóvenes se mostraron muy agradecidos y dieron a conocer cómo esta ayuda es de gran impacto no solo para ellos, sino también para sus familias, ya que libera a estas de una gran carga económica para poder hacer que sus hijos e hijas puedan asistir a la escuela además de que, labrándose un futuro digno, las propias familias serán beneficiaras de forma indirecta. Tras estos encuentros y un almuerzo anticipado en la comunidad dada nuestra marcha, fuimos despedidos por el Hermano Carlos, que nos acompañó al aeropuerto.
Este viaje ha tenido un profundo impacto para todas las personas de la delegación, tanto a nivel personal como profesional. En el plano personal, nos permitió conocer de cerca una realidad distinta a la europea, con grandes retos, pero también con una enorme riqueza pues su capacidad de resiliencia y organización comunitaria, conformada por personas trabajadoras y nobles, es admirable. A nivel profesional, reafirmamos la importancia del trabajo que desde SED se impulsa en El Salvador, comprobando cómo los proyectos transforman realidades y generan cambios sostenibles en las vidas de las personas. Asimismo, fortalecimos los lazos con nuestras organizaciones socias, con las que compartimos una visión común de desarrollo basada en la dignidad, la participación y la justicia social, de cara a la elaboración de nuevos proyectos a futuro.