En la comunidad marista de Liberia previenen la enfermedad lavándose las manos con agua y cloro antes de entrar en casa
Múltiples lanzas hieren el cuerpo doliente de África. Hambre, enfermedad, guerra… ahora este aguijón de muerte tiene nombre propio: Ébola. Nombre que arranca de miles de gargantas, un grito de dolor. Nombre que en miles de pueblos encadena la convivencia, secuestra la alegría.
En SED queremos colaborar atendiendo a las victimas con envío de recursos para que sobre el terreno, hermanos y laicos maristas, puedan ayudar a las gentes de Liberia a sobrellevar esta carga mortal del Ébola.