JOSÉ LUIS ELÍAS – Nacido en un pueblecito de Badajoz, tuve la fortuna de ir con 9 años al Colegio Marista Nuestra Señora del Carmen (Badajoz). En los últimos años de bachillerato, me planteé más en serio la vocación cristiana y marista. Tras acabar el COU y la selectividad me decidí a probar la experiencia formativa del noviciado y dos años después me comprometí como hermano marista… y aquí sigo.
He tenido la ocasión de participar en la experiencia educativa de varios colegios y también colaborando en la formación de Hermanos. En 2004 se abrió una nueva ventana en mi vida que me ha permitido otro tipo de misión durante doce años: Costa de Marfil y Líbano. Actualmente estoy en Melilla, en una comunidad intercongregacional de Hermanos de la Salle y Maristas.
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¿Cuál fue la primera experiencia solidaria que consideras te cambió la vida?
Realmente mi vida cambió gracias al testimonio de los hermanos y de los jóvenes que conocí en los encuentros y convivencias con los novicios maristas en Maimón, siendo aún alumno… Empezar a creer que el evangelio es para vivirlo, no sólo para que nos cuenten cosas o hacer ceremonias bonitas.
Lo demás va viniendo por añadidura, dando respuestas y comprometiéndome donde me llevaba mi vida de Hermano. Y de este modo estuve disponible para echar un mano en el Colegio de Korhogó y en Líbano. Experiencias de contacto con una realidad distinta, pero siempre en el marco de la fraternidad y disfrutar de la riqueza inmensa de las personas que me iba encontrando.
Teniendo en cuenta tu experiencia en el mundo de la solidaridad, ¿cuáles consideras que son los criterios principales desde los que se debe afrontar la Cooperación al Desarrollo?
Seguramente hay mucho escrito sobre esto. Yo destaco la importancia de una buena comunicación con las diferentes contrapartes. En los campos de trabajo (CTM) vivimos realidades muy diferente a la nuestra, que debemos afrontar desde el respeto y el esfuerzo por ser “servidores”, sin avasallar o imponer una historia pensada desde el norte.
Se trata de una experiencia compartida, que enriquece a las dos partes. Diseñar un proyecto claro e intentar llevarlo a cabo, con la flexibilidad necesaria en ocasiones, ayuda mucho para que la ayuda al desarrollo sea duradera, sostenible y eficaz en el terreno. Los proyectos sanitarios y educativos que conozco son una herramienta importante para el desarrollo de zonas empobrecidas, permitiendo a los jóvenes un horizonte de esperanza que no tendrían de otro modo.
Has conocido a muchas personas del entorno del voluntariado SED, ¿cuáles crees que son los elementos comunes que os identifican?
Puedo hablar desde la experiencia de los CTM vividos en Costa de Marfil, tanto en Korhogo como en Bouaké y Sakassou. Destaco en primer lugar la sensibilidad y valentía del primer grupo que llegó a Korogho en 2010, en un ambiente aún de “ni guerra ni paz”, en una zona controlada por los rebeldes. En general he visto personas capaces de estar bien centrados en los chicos/as con los que trabajamos, independientemente de las circunstancias externas, y ese es un rasgo de madurez que me impresionó. Los voluntarios de SED saben adaptarse a las circunstancias y dar lo mejor de sí.
Destaco la preparación concienzuda de las actividades que pensábamos desarrollar, siempre en acuerdo con las contrapartes. En ese sentido hay que hablar de la disponibilidad y creatividad de los grupos que he conocido. Sobre el terreno han sabido mantener el necesario dinamismo y la responsabilidad para llevar adelante las actividades y objetivos propuestos.
Y lo mejor, el ambiente fraterno que nacía rápidamente desde las reuniones de preparación en Guadix, y que crecía durante la experiencia sobre el terreno. Muchos de los voluntarios siguen manteniendo una relación de amistad y de compromiso con los lugares donde han estado, repitiendo otros años la experiencia de CTM o colaborando desde España en la medida de sus posibilidades.
Este 2022 SED cumple 30 años, ¿cuál consideras que es la senda que debemos seguir?
Apoyo a la vida desde la vida. La vida encarnada en tantas personas vulnerables está condicionada, limitada, oprimida, en peligro. Desde el compromiso evangélico, desde el estilo solidario y fraterno de nuestra ONGD SED, debemos tomar protagonismo en su defensa. Y lo debemos hacer desde la misma vida, no asumiendo papeles que no nos corresponden. Debemos estar junto al que sufre, caminar a su lado y compartir vida. La fraternidad es nuestra única opción.
¿Qué es lo mejor que crees que aporta SED a la misión de la Institución Marista?
Creo que el nacimiento de SED fue una respuesta actual y de futuro ante los gritos de un mundo rodeado de injusticias a las que no podemos dar la espalda como maristas. La sociedad actual, como la que conoció Marcelino tras la revolución francesa, necesita respuestas directas como la suya.
Además del esfuerzo académico, se necesita un trabajo decidido para formar conciencias solidarias y llevar a cabo proyectos de desarrollo que contribuyan a salvar la brecha existente con el tercer mundo. La presencia marista en tantos lugares del globo hace que una organización como SED dé una respuesta excelente a muchas situaciones, canalizando la generosidad y solidaridad de muchas personas. Además, el trabajo de concienciación en centros educativos y grupos solidarios sigue siendo un pilar clave para construir un mundo menos injusto y más fraterno.
Entrevista para la sección “PERFIL” de la revista ‘SED Solidarios’ 97