En 2002 se eligió el 12 de junio como Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Desde entonces, se aprovecha este día para recordar, sensibilizar y movilizar a los actores públicos en defensa de los 250 millones de menores trabajadores en el mundo.
Marine Bordonnat
En situaciones de pobreza, de escasez de acceso a la educación y de falta de oportunidad, el trabajo infantil parece ser una solución de mejoramiento de las condiciones de vida.
Esa esperanza explica porqué tantos jóvenes recurren al trabajo, de forma voluntaria o no, en sectores como la agricultura, la industria o la pesca. Llegan hasta correr importantes riesgos por un sueldo irrisorio pero imprescindible para sobrevivir.
Frente a la envergadura y la dificultad de controlar el fenómeno, la Organización Internacional del Trabajo decidió priorizar su acción. En este sentido, adoptó en 1999 el Convenio número 182 sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil, ratificado por 179 países.
Quince años después, el trabajo de las organizaciones internacionales y la acción de algunos gobiernos nacionales han permitido lograr algunos avances. Sin embargo, el objetivo de eliminar las peores formas de trabajo infantil a lo largo de 2016 parece aún lejano.