Los Maristas Azules, con los que colaboramos en Siria, nos cuentan en su última carta cuál es la situación de Alepo, una de las ciudades del país que más está sufriendo las consecuencias de la guerra.
Este domingo 9 de julio, hace muchísimo calor en Alepo. Por la calle donde está la comunidad, los vehículos circulan regularmente, como antes.
Ésa es la expresión: «COMO ANTES». Recuerdo muy bien que, cuando estuve 4 meses en Bouaké (Costa de Marfil), la gente hacía siempre referencia al tiempo de ‘’la crisis’’. Hoy, los Alepinos utilizan con frecuencia la palabra «antes». Pero, ¿antes de qué? ¿Antes de que empezara la guerra en Alepo en 2012, o antes del fin de la guerra, en diciembre de 2016? Siempre hay un antes, una comparación, una mirada hacia atrás para leer la actualidad de nuestra vida, la actualidad de los sucesos que atravesamos, la actualidad demográfica de la ciudad, la actualidad de la industria, la actualidad de los servicios básicos como el agua y la electricidad, la actualidad de la seguridad.
Comparar, evaluar y predecir… Esos son los tres verbos que van entretejiendo las largas discusiones que mantenemos.
Hay igualmente otras palabras que aparecen a menudo: la reconstrucción, la rehabilitación de las viviendas y las tiendas, el regreso de los desplazados a sus antiguos barrios; y también otros términos que expresan nuestro deseo de vivir.
Estos días son también jornadas de grandes decisiones por parte del municipio con respecto a la mejora de las estructuras urbanas y la vuelta a lo normal: abrir las calles que estaban cerradas o bloqueadas; colocar señales de tráfico; retirar los barracones que remplazaban a las tiendas y que crecieron como setas en las aceras y calzadas durante la guerra; el municipio ha dispuesto algunos lugares especiales para poder instalar esos barracones; aprovechar la energía solar para iluminar las rotondas de la ciudad. Parece que se quiere recuperar el tempo perdido por una guerra que asoló la ciudad y la transformó en una ciudad mártir.
Muchas familias esperaban el final del curso escolar (a mediados de mayo en Siria) o el final de los exámenes de diploma o de bachillerato (a mediados de junio) o la clausura de los cursos universitarios (a mediados de julio), para regresar a sus hogares en la parte oriental de la ciudad. Prefieren volver a su barrio, a sus casas, de donde se vieron obligados a huir muy a pesar suyo. Los hay quienes, durante estos años de guerra, se quedaron en Siria, pero no en Alepo. Los que se instalaron en Tartous, en Lattaquia o en otras ciudades, han venido a ver la situación, y muchos de ellos han decidido volver antes de septiembre, que es cuando empiezan los colegios.
¿Se puede hablar de regreso de personas desplazadas? ¿Podemos imaginar que quienes se marcharon hace años van a emprender el camino de regreso? Es un deseo. Pero, para que se convierta en realidad, queda mucho camino por recorrer.
Alepo es también una historia de aciertos, éxitos y victorias. Os comparto algunas:
Dos de nuestros jóvenes han aprobado el examen oficial de diploma con un 100%. Fueron recibidos por la primera dama del país. A pesar de la guerra, a pesar de tantos desplazamientos, a pesar de todo lo que impedía un resultado favorable, estos jóvenes, decididos a superarse, a ir adelante, a salir victoriosos en la vida y en los estudios, constituyen un ejemplo.
El martes 11 de julio, en la famosa catedral maronita, cuya techumbre fue destruida durante la guerra, y donde celebramos de nuevo la misa de Navidad en 2016, pocos días después de la liberación de Alepo, en esa misma catedral habrá un concierto con la MISA SOLEMNE EN DO MENOR de Mozart. La orquesta vendrá de Damasco; la coral, de Alepo. Más de 70 músicos volverán a tomar el pulso musical de Alepo. Como podéis imaginar, nuestra ciudad tiene renombre por su cultura musical tradicional.
Varias de las señoras que han seguido un curso avanzado de corte y confección, empiezan ya a soñar su futuro como modistas en algunos talleres o incluso en abrir su propio negocio.
Este verano ha visto la luz el libro «Le Journal de Myriam » (el Diario de Myriam), publicado por Fayard. Describe la vida de Myriam, hija de una de nuestras familias en Jabal el Sayed, durante la guerra de Alepo.
En el libro, describe su colegio, el desplazamiento de su familia, sus miedos, su amistad con Joudy, compañera de clase, sus sueños y su porvenir. Esta publicación ha recibido el Premio de Ensayo de la revista l’Express.
Otra buena noticia para este verano de 2017, es que tendremos colonias de verano fuera de la ciudad de Alepo. Para muchos jóvenes, será la primera ocasión que tengan de conocer otros rincones de Siria.
Toda esta hermosa panorámica de la realidad de la vida en Alepo tiene su contrapunto: otra visión desgraciadamente más triste y, para nosotros, más preocupante. Me refiero a la situación psíquica y humanitaria de la gente.
Actualmente, paso mucho tiempo escuchando los lamentos de las familias que ven cómo se degrada la situación de sus hijos, sobre todo los que son adolescentes. Un gran vacío se ha instalado en la vida de estos jóvenes. Hay una búsqueda de sentido que difícilmente encuentran; una necesidad de evadirse, de irse a otro sitio; una violencia que aumenta, dadas las características de su edad. Se dan cuestionamientos vitales: ¿Para qué vivir? ¿Para qué luchar por el futuro? ¿Por qué actuar, por qué empeñarse cuando todo parece destrucción y desesperanza?
Muchos jóvenes han perdido a sus amigos, muertos durante la guerra o que se marcharon definitivamente del país. Sienten que son una pequeña minoría; el contacto con quienes emigraron les hace soñar con otros paraísos terrestres.
Varios dueños de industria o propietarios de talleres buscan obreros para relanzar sus proyectos; se enfrentan a una carencia de mano de obra cualificada.
La vida es cara, los precios aumentan, el poder adquisitivo disminuye. Por eso, los Maristas azules siguen sosteniendo a las familias mediante una distribución regular, mensual, de bolsas de alimentos y productos higiénicos.
Es verdad que se elevan voces pidiendo que se cesen de distribuir estas bolsas de alimentos, y así forzar a la gente a volver a la vida normal; pero lo que estamos observando es que la miseria es muy grande, y las necesidades básicas son inmensas: pagar el alquiler de quienes no son propietarios, depósitos de agua, ropa, calzado, un poco de carne, agua, gastos escolares de los niños y de los universitarios, leche para los más pequeños, etc.
En enero pasado, Caritas Polonia lanzó un programa de seis meses de apadrinamiento de familias de Alepo por parte de familias polacas. En junio, varias familias Alepinas estaban angustiadas al ver que este programa llegaba a su fin. Felizmente no fue así: el apadrinamiento sigue. Ciertamente no hay que reducir las familias a un pueblo de mendigos, pero las consecuencias de la guerra son terribles y no paramos de descubrir situaciones dramáticas cada día
¿Ha acabado la guerra? En absoluto. Hay que ser realista. El hecho de que no haya bombardeos en Alepo, no quiere decir que la guerra haya terminado en Siria o en Alepo. Quedan todavía barrios periféricos de la ciudad que sufren bombardeos diarios por parte de facciones armadas. Sigue habiendo grandes amenazas locales, regionales e internacionales.
Como hemos hecho durante años, tenemos esperanza de que los esfuerzos diplomáticos y los cambios de postura de ciertas potencias mundiales, ayuden a instaurar la paz en nuestra amada Siria.
En medio de todo esto, nuestros proyectos continúan. Creemos que, aunque las bombas hayan cesado, hay muchos problemas explosivos en el interior de cada hombre, de cada mujer, de cada niño que esperan el momento para hacer estallar el futuro.
Las monitoras de los proyectos «Aprender a Crecer» y «Quiero aprender» están preparando nuestro propio programa educativo, y trabajan con tenacidad. Esperamos que al inicio del curso escolar 2017-2018, podamos tener un programa adaptado a la realidad de nuestros niños.
Como el año pasado, hemos lanzado nuestro club de verano. Se trata de un club gratuito en el que niños y familias pueden aprovechar un espacio para respirar, encontrarse y que los niños jueguen. Este año, los jóvenes de la «Escuela de Habilidades» organizaron actividades para los dos días de la fiesta del Fitr (que marca el final del Ramadán). Fue una iniciativa valorada por todos.
Por otra parte, estos mismos jóvenes de la “Escuela de Habilidades” tienen previstas iniciativas solidarias en la programación del verano. Queremos que pasen por esas experiencias vitales para construir un mundo más justo.
Los diferentes programas de alfabetización y aprendizaje de lenguas concluirán próximamente sus sesiones bimensuales. Hay que reconocer la valentía tanto de los instructores como de los participantes. Hay días en que la temperatura supera los 40 grados y, a pesar de eso, ¡no han fallado ni un solo día!
Hemos terminado, por este año, los ciclos formativos del MIT. Y, para septiembre, ya estamos pensando en un programa variado e intenso. El equipo de animación no para de prever sesiones que se adapten a las expectativas de los jóvenes y a las necesidades actuales de la población.
¡Creemos que la educación sigue siendo el único camino para la paz! La paz se construirá a partir de una educación que respeta al otro que es diferente, al otro tal cual es, al otro que terminará siendo mi hermano.
Este verano, en colaboración con el patriarca griego ortodoxo, y durante todo el mes de junio, hemos proporcionado agua a varios barrios de la parte oriental de la ciudad. Una experiencia realmente acertada. Los 4 jóvenes que ayudaron en este proyecto la han evaluado muy positivamente.
Hemos seguido ayudando a otras familias de los barrios del Oeste que carecían de agua. Hace apenas dos días que podemos hablar de una cierta normalización en la distribución de agua en toda la ciudad. ¡Toda una proeza! Esperemos que dure.
En una de mis intervenciones, cuando pasé por París, dije: «No podemos seguir en el confort cuando, delante de nosotros, oímos gritos de angustia. Si Siria es mundialmente conocida por su guerra, Siria es, ante todo, un lugar donde el ser humano se ha visto afectado en lo más íntimo. El hombre, la mujer, el niño, el adulto, el anciano, cada uno se ha visto afectado en lo más íntimo. En el mundo en que vivimos, lo importante es no olvidar que hay una persona humana a quien estoy vinculado, a quien mi destino está ligado, con quien mi sueño está unido. O bien optamos juntos por construir un mundo de paz, o todos perderemos, todos sin excepción, nuestra dignidad humana».
Os deseo unas felices vacaciones.
____________________
9 de julio de 2017
H. Georges Sabé – En nombre de los Maristas Azules