El Hermano João Gutemberg Mariano Coelho Sampaio nació el 18/03/1962 en Cruzeiro do Sul, estado de Acre, en el interior de Amazonía donde Brasil se encuentra con Perú y Bolivia. Allí estudió y recibió acompañamiento vocacional y formativo de los misioneros maristas, que llegaron a la región en 1968, así como de otras Congregaciones allí presentes. Continuó sus estudios en el sur de Brasil y en Italia (Máster y Doctorado en Teología de la Vida Consagrada) y en Francia (Curso de Formadores Maristas).
En la misión apostólica, además de dos años en el sur de Brasil, actuó casi siempre en el contexto amazónico: educación, pastoral, formación y Superior del Distrito Marista de Amazonía. Actualmente integra y ayuda a articular la Red Eclesial Pan-Amazónica – REPAM, que conecta los 9 países amazónicos. Trabaja además en la coordinación del Eje de Formación y métodos de acompañamiento pastoral en la perspectiva de la Ecología Integral. Forma parte también de la Comisión de Vida Consagrada para la Amazonía de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas – CLAR.
Ha viajado a Roma para participar en el último Sínodo por la Amazonía, ¿cuál considera que ha sido su vivencia personal más importante durante los días que ha tenido lugar?
Mi vivencia personal más significativa en el Sínodo está relacionada con mi vocación específica de Religioso Hermano. Fui invitado a participar en el Sínodo como Hermano. Éramos tres: dos misioneros españoles de Congregaciones que actúan en Ecuador y yo, marista, nativo de la Amazonía brasileña.
La fraternidad estuvo muy presente en todo el proceso sinodal. De hecho, fraternidad y sinodalidad son conceptos cercanos. Se ha retomado mucho la noción Franciscana y Paulina de la Tierra como Madre y como Hermana, donde todo está interconectado. Es muy bueno que la vida fraterna se recupere como un signo profético en el mundo. Por eso vengo buscando profundizar más en mi propia vida y misión el tema de la fraternidad universal, la fraternidad entre todos los seres de la Creación.
Me sorprendió el clima de fraternidad experimentado entre los participantes del Sínodo, tanto dentro como fuera de la sala sinodal – porque el sínodo se vivió en muchos lugares de Roma y de los Continentes – y la preocupación por el cuidado de todos/as en la Casa Común: humanos y todos los seres de la Creación. Una experiencia fraterna, por tanto, que afecta a los conceptos y los cuidados de todo y de todos.
¿Cuál ha sido el mensaje que ha querido trasladar a la Iglesia y a los participantes del encuentro, como residente y conocedor de la Amazonía?
Que la Amazonía, con su rica socio-bio-diversidad, es un gran bien para todos en el Planeta Tierra, tanto para las actuales como para las futuras generaciones, que merecen conocer y disfrutar de esa inmensa belleza humana y natural. Y que para garantizar ese derecho es necesario que el conjunto de la humanidad comparta el deber de su cuidado y defensa. Ese compromiso será más efectivo si profundizamos nuestro conocimiento y contemplación de las diversas realidades amazónicas en el contexto local y planetario.
¿Cuáles son las líneas de actuación más importantes que considera, en su opinión y tras el Sínodo, que la Iglesia tiene que llevar a cabo en la Amazonía para evolucionar hacia una ecología integral?
Espiritualidad, Conocimiento y Compromiso.
Parto del principio de la Espiritualidad, que es un don primordial de la Iglesia. En los muchos encuentros interactivos de formación de la consciencia amazónica que hemos llevado a cabo, nos hemos dado cuenta de que cuando logramos experimentar la espiritualidad ecológica conectada con la vida, las personas hacen experiencias existenciales profundas. Además se motivan hacia un cambio de perspectiva, tanto en su visión de sí mismas y del mundo, como en su compromiso con el cuidado y la defensa de la vida.
Como consecuencia, o de forma simultánea, se intensifica la búsqueda de Conocimiento de lo que es la Creación de Dios en el contexto Amazónico: geografía, biodiversidad, culturas, grupos étnicos, cosmovisiones, proyectos políticos, economía, sobrevivencia… una gran cantidad de saberes que conocer, profundizar y divulgar. Esta perspectiva reta a la Iglesia a integrar en sus celebraciones y en los métodos formativos lo que el Papa Francisco llama “Evangelio de la Creación” en el Capítulo II de la Encíclica Laudato Sí.
El Compromiso sería el actuar tanto a nivel eclesial como social. No es fácil definir el límite entre lo eclesial y lo social cuando de lo que hablamos es de Ecología Integral. ¡La llamada es para todos! En ese compromiso, el Sínodo, que nace de la Laudato Sí, nos hace buscar un nuevo vocabulario que facilite el diálogo, tanto dentro la Iglesia como hacia fuera, en sintonía con las políticas públicas y las organizaciones sociales y pastorales. Eso requiere una actitud crítica frente a los sistemas depredadores de la Casa Común. Son consecuencias de las conversiones propuestas por el Sínodo: pastoral, ecológica, cultural y sinodal.
Estos desafíos no son solo “en” y “para” la Amazonía, sino que extrapolan la territorialidad amazónica para entrar en el horizonte de todos/as en la Casa Común. Para conseguir una conversión ecológica y un cambio de paradigma es vital invertir en nuevos modelos de educación y pastoral.
¿Cómo se encuentra la situación actual de la Amazonía? ¿Cuáles son los principales retos y amenazas para su entorno medioambiental, social y cultural?
No voy a entrar en muchos análisis, que son de dominio público, para detenerme solamente en unos pocos aspectos. Las principales amenazas son los modelos importados, tanto de evangelización como de desarrollo. Está claro que la humanidad vive en situación de movilidad y que los modelos eclesiales, culturales y sociales se interrelacionan. Pero la Amazonía sufre con los constantes procesos colonizadores que valoran poco los aspectos específicos de su territorialidad y sus culturas.
El Sínodo pide nuevos caminos tanto para la Iglesia como para la Ecología Integral, con perspectiva amazónica y rostro indígena. Con esto no se quiere insinuar que la Amazonía tenga algún tipo de supremacía sobre otros territorios. El hecho es que la humanidad, debido a las condiciones de vida basadas en el consumismo, prácticamente ya agotó los recursos naturales, y la Panamazonía es casi el último reducto de biodiversidad que aún puede salvar la complejidad de los ecosistemas necesarios para la buena calidad de vida humana.
Digo vida humana porque si los humanos desaparecieran los demás seres podrían ver mejoradas sus condiciones existenciales. ¡Esa es nuestra paradoja! Somos los seres más dependientes del entorno y somos los seres que más destruimos nuestro hábitat natural. Los bosques, la vegetación, las aguas y el aire puro son anteriores al ser humano y pueden seguir existiendo sin él; pero el ser humano no puede sobrevivir sin esos recursos naturales.
En el conjunto de este acercamiento, partimos de un aspecto sociocultural elocuente que es la existencia y el modos vivendi de los pueblos indígenas – sin olvidar los ribeirinhos, los segingueiros y demás pueblos de presencia más reciente en la floresta. Existencia y resistencia, ya que los pueblos originarios han sido víctimas de sucesivos genocidios. Pero la piedra de toque está en el hecho de que son exactamente esos pueblos de culturas multimilenarias que viven la Ecología Integral e incluso la Espiritualidad Ecológica.
¿Cómo aprender de las ricas experiencias integradoras de esos pueblos y, a la vez, respetar sus culturas? ¿Qué les podemos también ofrecer desde nuestra cultura urbana occidental y cómo lo hacemos? Se calcula que los indígenas han estado en Amazonía desde hace uno 12 000 años y siempre mantuvieron sano el ambiente. Nuestras culturas urbanas están en Amazonía desde hace unos 500 años y ya hemos causado demasiada polución y destrucción. ¿Qué nos dice esto?
En su opinión, ¿cómo cree que se presenta el futuro de un entorno natural tan fundamental para la supervivencia del planeta, así como el de sus gentes?
Me gusta que la pregunta se centre en el verbo “creer”. Eso es lo que más necesitamos en el momento: creencia que nos da la esperanza de que la situación de destrucción es reversible. Caminamos en un tiempo de muchas nubes oscuras en relación a las causas socio ambientales. Pero en medio de las densas nubes brillan luces como la realización de un sínodo sobre la Amazonía convocado por el Papa y celebrado en Roma bajo los focos de todo el Planeta.
En los reportajes sobre el Sínodo me encontré frases como las siguientes: “La Amazonía vino a Roma con las ideas claras”; “La periferia vino al centro y ojalá permanezca allí”; “Los temas amazónicos encuentran ecos en otros continentes”. De esta bonita dialéctica se encienden luces de esperanza. Yo hasta dije que, con el Sínodo, tuvimos una bella y esperanzadora experiencia “Romazónica” ou “Romamazónica”.
Vi allí los exponentes de la Iglesia escuchando tanto al Papa como a los padres sinodales, científicos, educadores y líderes sociales, formadores de opinión, líderes de varias Religiones y las muchas mujeres e indígenas que de forma oficial y original integraron esa extraordinaria experiencia sinodal. Todos/as motivados/as para cuidar tanto la Amazonía próxima o profunda, aquella que es parte de nuestra vida cotidiana, como la Amazonía que señale caminos de vida en el contexto planetario.
“Que María, Madre de la Amazonía, acompañe nuestro caminar… Iglesia con rostro amazónico y en salida misionera.” | Documento final del Sínodo, 120.
Dpto. Comunicación ONGD SED